Por: Francisco von Hildebrand - Director de la Fundación Gaia Amazonas
La Amazonía es mucho más que el departamento del amazonas. Es un complejo biocultural de 6 departamentos al extremo sur de Colombia, que abarca 48 millones de hectáreas y representa el 43% del territorio nacional. A pesar de ser reconocido por sus altos índices de biodiversidad y de tener 9 millones de hectáreas de Áreas Naturales Protegidas, el 50% del bioma se encuentra amenazado por la minería, la explotación petrolera, la construcción de infraestructura y los nuevos actores ilegales que ingresaron en el periodo del pos-acuerdo.
Foto de Juan Gabriel Soler
El 50% restante de la amazonía, es decir, el 25% de nuestro país, está custodiado, protegido y manejado por pueblos indígenas. Ellos son los verdaderos guardianes de los bosques. Está comprobado que los Territorios Indígenas son 4 veces más efectivos evitando la deforestación que los modelos de conservación occidental, y por ello, la formalización y fortalecimiento de sus sistemas de gobierno debe ser una prioridad para el país.
Desde el establecimiento de los grandes resguardos amazónicos en 1988 por parte del expresidente Virgilio Barco, los pueblos amazónicos han trabajado con varias instituciones, como la Fundación Gaia Amazonas, para formalizar sus gobiernos a través de las entidades territoriales indígenas. Esta iniciativa, presentada en 22 proyectos de ley, no recibió aprobación en el Congreso de la República. Pero su lucha no fue en vano. Treinta años después, el presidente Santos firmó el decreto que reconoce los sistemas de gobierno y establece el procedimiento para delimitar los territorios de los pueblos amazónicos sobre más de 18 millones de hectáreas de bosque en los departamentos de Vaupés, Guainía y Amazonas.
Lo que sucedió el 10 de abril, no puede ser visto como la expedición de un decreto más en la legislación. Debe ser reconocido por todos los colombianos, como un paso determinante para la construcción de la paz y la conservación biocultural de la nación y el planeta. La formalización y puesta en marcha de Territorios Indígenas y sus sistemas propios de gobierno en el 37% del territorio amazónico, reconocen y visibilizan el valor de sus conocimientos y prácticas ancestrales como un aporte efectivo y sostenible para la conservación del pulmón del mundo.
Sin duda, la firma de este decreto abre la puerta a una serie de retos para el fortalecimiento del Estado. A partir de un diálogo equilibrado con los pueblos indígenas, se podrán diseñar e implementar modelos educativos, de salud y gobernanza ambiental basados en sus sistemas de conocimiento, asegurando además los servicios ecosistémicos que la Amazonía le brinda a los colombianos.
La protección del patrimonio cultural y ambiental de la nación dependen en gran medida de darle vida a esta norma. Es fundamental que este gobierno asuma este reto y apoye el fortalecimiento de la gobernanza de los pueblos indígenas como principio en la protección del bioma amazónico. La paz social es paz ambiental y en la salvaguarda de los pueblos indígenas está la esperanza.