¿Cuál es el rol de las mujeres indígenas del oriente amazónico colombiano en el manejo y gestión de sus territorios? Esta fue la pregunta que dio origen a Romi kumú: Identidad y territorialidad femenina en el Oriente amazónico colombiano, la ponencia de Gaia Amazonas en el XVII Encuentro de Geógrafos de América Latina (EGAL), llevado a cabo en la ciudad de Quito, Ecuador.
Desde hace más de tres décadas, el EGAL incentiva el intercambio de la producción geográfica entre investigadores, estudiantes y profesionales de la región para desarrollar saberes emancipatorios desde la geografía y proponer acciones que garanticen la permanencia de los pueblos, sus territorios y la diversidad que habita en ellos.
Este año, Gaia Amazonas participó en el espacio Lugar, Subjetividad, Territorios y Espacios de Identidad, con la ponencia de Mayra Martínez, integrante del equipo de Sistemas de Información Geográfica. En su intervención, presentó un análisis sobre cómo las mujeres de la Asociación de Comunidades Indígenas de los ríos Isana y Surubí (ACURIS) y Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Zona del Tiquié (AATIZOT) transforman su territorio y si esto está siendo incluido en los Planes de Vida, necesarios para el ejercicio de Gobierno Propio.
Romi kumú es la figura femenina más importante dentro de las culturas del Vaupés, una mujer chamán de la que poco se habla y que sirve para ilustrar la situación problemática que plantea la ponencia. A propósito, Mayra comenta que “Las mujeres siempre han participado en la construcción del territorio, pero no han sido visibilizadas porque son los hombres quienes cuentan las historias de origen y es de esto de lo que más se habla. De ahí el nombre de la ponencia que aborda dos casos: El de la Asociación de Comunidades Indígenas de los ríos Isana y Surubí (ACURIS) y el de la Asociación de Autoridades Tradicionales Indígenas Zona del Tiquié (AATIZOT).
Desde ambas comunidades se percibe el rol femenino de distintas maneras, sin embargo, la ponencia pretende resaltar, que, a pesar de que los hombres sean figuras centrales en la toma de decisiones, las mujeres están construyendo territorio en la cotidianidad; no solo a través del tejido de redes entre clanes y el intercambio, sino en el proceso diario de solventar las necesidades alimenticias de sus hijos. A propósito, Juliana Sánchez, Asesora de Gaia Amazonas, indica que “para comprender un poco la forma en la que se construye el género en las sociedades amazónicas es importante observar la división y complementariedad en el trabajo y la favorabilidad de intercambio que pueda traer un matrimonio”.
Foto de Mayra Martínez en ACURIS. El oriente amazónico colombiano comprende los territorios delimitados por los departamentos de Vaupés y el sur de Guainía, limitando con el estado de Amazonas en Brasil. Este es un sector habitado y preservado ancestralmente por los pueblos indígenas ñamepaco, bará, tuyuca, itano, tujupda, tatuyo, eduria, barasano y macuna, entre otros, quienes se ubican en los cursos medios y bajos de los ríos Pira-Paraná, Apaporis, Vaupés y Alto Río Negro.
ACURIS y AATIZOT son dos contextos profundamente distintos para la vida de las mujeres indígenas, ya que si bien comparten el modelo de cultivo de la chagra, las diferencias sociales marcadas por los procesos colonizadores, han sido un hito en la diferenciación de su cultura e identidad actual.
En ACURIS, por ejemplo, no practican la exogamia lingüística sino la exogamia clánica, es decir, que los hombres deben casarse con mujeres de diferentes clanes y no necesariamente con mujeres de otros grupos étnicos que hablen una lengua diferente. Es por eso que en ciertas de estas comunidades no hay un intercambio genético ni un intercambio de semillas con otros pueblos, por lo que su dieta es limitada.
Por otro lado, en AATIZOT se da la exogamia lingüística, es decir, tienen uniones maritales con mujeres de distinta etnia y lengua, por lo que gozan de amplias redes de intercambio de semillas y de una diversidad en la alimentación y en la intervención del territorio.
Esta condición de extranjería de las mujeres dentro de sus comunidades plantea dos escenarios: El primero es la imposibilidad de las mujeres en condición de extranjería para comunicarse dentro de sus comunidades por no hablar la misma lengua, lo que limita su participación en los espacios políticos y en la construcción de gobierno propio. Sin embargo, el intercambio de semillas que se da entre clanes, se traduce en variedad de cultivos y de intervención del territorio y , a su vez, el intercambio cultural se traduce en diversidad lingüística.
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