Las intervenciones de altos mandatarios en las plenarias oficiales de las negociaciones, y en diversos espacios de participación en Montreal, confirma el rol fundamental de los pueblos indígenas en la protección de la biodiversidad, pero ¿qué tanto de las propuestas de estos pueblos se verán reflejadas en el acuerdo para proteger la naturaleza en los próximos 10 años?
“Paren el ecocidio indígena”, gritaban jóvenes de las Naciones Originarias de Canadá, mientras el primer ministro de ese país, Justin Trudeau, daba su discurso de apertura a la Conferencia de las Partes del Convenio de Diversidad Biológica, COP 15 de biodiversidad, que se desarrolla hasta el 19 de diciembre en Montreal.
Un mensaje que no pasa desapercibido para quienes saben que las empresas canadienses controlan y lideran el 75% de la actividad minera en el mundo, con graves afectaciones para los pueblos y territorios indígenas. Y que en regiones como la Amazonía colombiana, en el caso de Cosigo y el Territorio Indígena Yaigojé-Apaporis, encierran una larga historia de disputa legal por sacar oro, violaciones de derechos territoriales, así como su derecho a la consulta previa, libre e informada.
Al retomar la palabra, Trudeau reafirmó el compromiso del país co-anfitrión de esta COP, junto a China, con la meta de proteger el 30% de la superficie terrestre a 2030, y resaltó la importancia de los pueblos indígenas y las Naciones Originarias, para alcanzar esta meta central para detener la pérdida de biodiversidad. Además, anunció un fondo de 350 millones de dólares canadienses para el financiamiento del Marco Mundial de la Biodiversidad.
Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, continuó con el acto inaugural reforzando un fuerte llamado a las Partes que tienen en sus manos la posibilidad de acordar un marco global para detener la pérdida de biodiversidad sin precedentes que enfrentamos y para el que necesitamos de los pueblos indígenas. “Necesitamos un verdadero pacto de paz con la naturaleza y esto requiere planes que reconozcan los derechos indígenas y cerrar las brechas económicas que existen para su financiamiento”.
No es para menos. Hoy, 80% de la biodiversidad global está protegida por los pueblos indígenas en sus territorios, y ya no hay duda de que el mundo debe integrar su visión y sus sistemas de conocimientos milenarios, si quiere frenar la pérdida y transformación de ecosistemas; reducir el peligro de extinción de las especies con las que convivimos y de las que dependemos, y asegurar que sistemas naturales que soportan nuestra vida, como la Amazonía, a través del ciclo del agua y la captura de carbono, se mantengan.
¿Cuál es la propuesta que impulsan los pueblos indígenas de la Amazonía?
Bajo el liderazgo de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica, COICA, -en representación de 511 pueblos indígenas de los nueve países del bioma, y en alianza con organizaciones de la sociedad civil como Gaia Amazonas y otras pertenecientes a la Alianza NorAmazónica- se ha hecho un llamado a las Partes de incluir a los Territorios Indígenas como una tercera categoría de las metas espaciales, además de las ya mencionadas en la redacción de las mismas: Áreas Protegidas y Otras Medidas Efectivas de Conservación.
Esto significa reconocerlos como unidades de manejo que contribuyen al cumplimiento de las metas y a la protección de la biodiversidad, con sus estructuras de gobierno e institucionalidad propias basadas en sus sistemas de conocimiento. Desde la perspectiva amazónica, esto significa reconocer que los pueblos indígenas son actores claves y efectivos para mantener la integridad del bosque, y salvaguardar la diversidad biológica y cultural, pues actualmente no hay una comprensión clara de su papel en el cumplimiento de las metas de conservación.
Los países firmantes del Convenio de Diversidad Biológica han dejado muy claro en el texto que negocian actualmente que proteger la biodiversidad global requiere de un sistema de estrategias equitativo, eficaz y bien conectado, pues bien: los territorios indígenas son la estrategia más efectiva para lograrlo.
Y la Amazonía es el mejor ejemplo. No solo alberga 40% de las selvas tropicales que aún existen en el mundo y 25% de la diversidad biológica terrestre del planeta, sino que durante milenios ha sido gobernada y manejada por pueblos indígenas que han mantenido su diversidad. Hoy, el 87.5% de la deforestación de la región se presenta fuera de los Territorios Indígenas y las Áreas Naturales Protegidas.
Más que el 30%, un llamado a los gobiernos de los países amazónicos
En este camino, también está claro que el 30% no es ambicioso ni suficiente para una región en la que el 48% de los bosques ya se protegen bajo las figuras de Territorios Indígenas o Áreas Naturales Protegidas. Al respecto, la COICA, lidera la iniciativa 80X25, a la cual se unieron 30 países y 288 organizaciones de la sociedad civil para promover el compromiso de proteger el 80% de la Amazonía al 2025; garantizar la integridad de esta región; detener la deforestación, el cambio de uso de suelo, y prevenir el punto de no retorno.
Lo cierto es que, aunque se ha insistido en esta propuesta desde los encuentros previos a la COP 15, como la PreCOP en Nairobi, este es, sobre todo, un llamado para los gobiernos de los países amazónicos que deben comprometerse con metas específicas y pertinentes para regiones fundamentales en la biodiversidad global, como la Amazonía.
Desde las organizaciones de la sociedad civil colombiana, insistimos en que Colombia, como país megadiverso, debe mantener su liderazgo para la gestión y conservación de la biodiversidad; reconociendo que a pesar del mismo, atraviesa una crisis de degradación de ecosistemas y pérdida acelerada de biodiversidad que requiere ser atendida.
Y esperamos que al demostrar su compromiso, otros Jefes de Estado se motiven a asumir un liderazgo similar a nivel global, así como los países vecinos con los que compartimos este bioma para asegurar la protección de las grandes extensiones de bosques que trascienden fronteras, por su importante rol en cuanto a la biodiversidad, regulación del clima y del ciclo del agua del planeta.
Un llamado que manifestamos en una carta enviada al gobierno colombiano, encabezado por el presidente Gustavo Petro, y la vicepresidenta, Francia Márquez; y dirigida también a la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhammad, y el equipo de negociación presente en Montreal.